Magazine SLV. Artículo de opinión de Laura Ramos.
Parece que fue con la ocasión de los premios Goya cuando esta película independiente ha podido empezar a ser vista en la zona Alcobendas-San Sebastián de los Reyes (corríjanme si me equivoco) y eso es un motivo de celebración, pues gracias a ello más personas de la zona norte de la Comunidad de Madrid nos hemos animado a ver una película que es muy especial en el mejor de los sentidos.

Foto: El País
20.000 especies de abejas narra con exquisita sensibilidad la compleja y muchas veces dura realidad de una niña que no se siente cómoda con que la llamen Aitor, que siente que algo ha ido mal en el vientre de su madre para no sentirse conforme con el sexo asignado al nacer y la identidad que le atribuyen. Sin embargo, ya, desde el principio de la película, muchas personas y, especialmente los niños que la rodean, asumen con naturalidad su naturaleza femenina sin haberse cuestionado otra cosa y su madre, firme defensora de no caer en estereotipos de género, le facilita en cierto modo ser y expresarse tal como ella siente a pesar de tener dificultades para poder entender lo que le pasa a esa hija suya que ella siente un niño sensible que está explorando el mundo y su forma de ser y al que llama Aitor.
20.000 especies de abejas nos acerca a una familia vasca con unas magistrales interpretaciones de los personajes, muy especialmente de los personajes femeninos y muy especialmente de su niña protagonista que, a mi parecer, bien habría valido un Goya, aunque quizás es mejor que, si le gusta la interpretación, siga desarrollando su talento en futuras ocasiones y ya tendrá más tiempo para saborear las mieles del éxito.
No cabe duda de que gran parte del mérito de esta fascinante y conmovedora naturalidad en las interpretaciones está también en el brillante talento de Estíbaliz Urresola que, como directora novel, ya demuestra que tiene mucho que ofrecer y nos regala una película para hacernos sentir con calma lo que esas personas y, muy especialmente, la niña pueden sentir.
No es solo el núcleo de la historia lo que la hace interesante, también la bella y realista recreación de los oficios de la familia, la forma de hablar de los personajes, las relaciones y fricciones entre ellos, un cine intimista y cercano que puede y debe dejar su poso en las emociones y en la conciencia. Muchas gracias a Estíbaliz Urresano por escribir y filmar esta historia que necesitaba ser contada y que necesitábamos ver, lo supiéramos o no.
Laura Ramos
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