Daniel Da Silva irrumpe en la escena artística con “Bailando en la Luna” y su espectacular videoclip hecho con IA

Magazine SLV. Música. El primer single del artista gallego marca el inicio de un proyecto multidisciplinario y sensorial donde música, cine y emoción convergen en una misma pieza.

Daniel Da Silva presenta su esperado debut “Bailando en la Luna”, una obra que no dejará indiferente a nadie. Este lanzamiento no solo supone una nueva canción, sino el primer capítulo de un manifiesto artístico con alma propia, donde cada elemento —música, danza, cine e inteligencia artificial— se entrelazan para dar forma a un universo único.

Inspirado en la ópera Turandot de Giacomo Puccini, y coincidiendo con el centenario de la obra y del fallecimiento del compositor, Da Silva ofrece una lectura poética y contemporánea de un clásico universal. La historia narra el amor imposible de un joven por Turandot, símbolo del deseo, el misterio y la belleza inalcanzable.

“Bailando en la Luna” se convierte así en una metáfora del anhelo, un viaje entre lo poético y lo operático que fusiona elementos pop, cinematográficos e íntimos, creando una experiencia sensorial de enorme fuerza visual y emocional.

Durante más de dos años de trabajo, Daniel Da Silva ha desarrollado este proyecto junto al productor internacional Miguel Ángel Arenas “El Capi”, conocido por descubrir a estrellas como Mecano, Alejandro Sanz o Alaska, y bajo la dirección creativa de David Navarro desde DN7.

El resultado es una obra minuciosa y vibrante, en la que cada capa artística se complementa con la siguiente. Formado desde su infancia en disciplinas escénicas y físicas, Da Silva es un artista total, con un lenguaje nacido del cuerpo, el movimiento, la interpretación y la música.

Sus influencias —Carmen Amaya, Josephine Baker, Rita Hayworth, Madonna o Michael Jackson— laten en su estilo, pero su voz y presencia escénica son inconfundibles.

Daniel Da Silva no canta canciones: construye mundos.
Su propuesta artística trasciende los géneros y las categorías tradicionales, moviéndose con fluidez entre lo musical, lo visual y lo performativo. En su universo, cada segundo cuenta y cada gesto tiene significado.

Con un imaginario onírico y cinematográfico, “Bailando en la Luna” invita al espectador a vivir la música más que a escucharla. La combinación de IA en el videoclip refuerza la visión del artista: un puente entre lo humano y lo digital, lo real y lo simbólico.

Criado en una granja en La Guardia (Galicia), Daniel Da Silva demostró su pasión por el arte desde la infancia. Con apenas cuatro años, ya se subía a escenarios improvisados para imitar a grandes estrellas del espectáculo.

Su curiosidad lo llevó a formarse en danza, interpretación, canto, piano, kung-fu shaolin y jazz, estudiando con figuras internacionales como Yanis Marshall, Laure Courtellemont o Ellen Kim.

A los ocho años, un vinilo de Nina Simone despertó definitivamente su vocación. Desde entonces, su camino ha estado marcado por la disciplina, la experimentación y el deseo de aprender.

Su mentor, Miguel Ángel Arenas “El Capi”, ha sido clave en su desarrollo. El productor, conocido por haber lanzado a algunos de los mayores talentos del pop español, ha apostado por el desbordante potencial de Da Silva, convencido de que se trata de una nueva figura en la escena contemporánea.

Tras debutar en la gala de Nochevieja de TVE 2024 con su tema “Arriquitaun”, el artista alcanzó más de 100.000 reproducciones y logró posicionarse en el número 1 en varios países. Ahora, con “Bailando en la Luna”, Da Silva da un salto aún más ambicioso en su carrera.

“Bailando en la Luna” no es solo un single: es la puerta de entrada a un universo artístico nuevo, donde el arte se siente, se ve y se vive.
Con su primer álbum en camino, Daniel Da Silva se prepara para consolidarse como una de las voces más innovadoras y completas de su generación, combinando la potencia del cuerpo, la emoción del alma y la tecnología del futuro.

Daniel Da Silva es más que un cantante: es una experiencia sensorial.
Y su nombre, sin duda, empieza a figurar entre las grandes promesas del arte contemporáneo.